domingo, 21 de noviembre de 2010

Así, queda expuesta de manera general la forma en que la esencia se verá proyectada en la individualidad mental, pero, ¿qué pasa, en un sentido inverso, con ambos conceptos? Así como la esencia es la base para lograr una definición auténtica, verdadera, colectiva y, más extraordinariamente, una comprobación empírica del hecho del ser, la mente, de forma individual, fungirá como una fuente de investigación bibliográfica para así, sin miedo a errar y ofreciendo verdaderamente lógica y deducible, llegar a la realización de la naturalidad o esencia del ser humano. Por medio de instrumentos de evaluación, por qué no llamarlos empíricos, y una observación del sentido que el ser exterioriza, haciendo mucho más énfasis en los procesos psicológicos y mentales del individuo, podemos encontrarnos con esa esencia, ese principio “divino” por el cual todo ser es lo que es, no aparentemente ni subjetivamente, esa herramienta que nos desvelará todo el universo de entendimiento racional de los seres, más específicamente, de los seres humanos estricta y correctamente definidos bajo la universalidad que recae directamente sobre la idea que los alumbró e identifica de la forma más natural posible para el hombre, el padre de la verdad humana, anunciadora de la mentira socrática y platónica, creadora de verdaderos seres humanos, promotora de la supervivencia física y metafísica del individuo pensante y racional.
La relación cuerpo/esencia se presenta de forma simbólica, por sí llamarlo, en un sostenimiento constante de uno a la otra y viceversa: la esencia, para lograr esa identificación universal y verdadera, esa individualidad en significación lógica y racional, deberá valerse del cuerpo, en el sentido siguiente: la esencia viene junto con la corporeidad, no como iguales o semejantes, pero sí como un innegable complemento para dar vida a un ser recién creado. El desarrollo de esta naturaleza se da de manera inmediata en el momento en que se afirma que “ese ser” es “un ser”, es decir, cuando se le reconoce como parte de una especie. La esencia, recordando que está previamente establecida al desvelamiento, ayudará a definir, o mejor dicho, proyectar de manera externa, física, la verdadera naturaleza y caracterización reconocida del ser, en este caso, del humano. Esto puede entenderse de manera más objetiva si afirmamos que, entonces, la esencia o naturaleza será el titiritero de la totalidad individual. Esta afirmación puede, en ciertos casos, ser rotundamente negada si y sólo si se trata con temas relacionados a las funciones y actitudes motoras del aspecto físico, pero, es imperativo el concretizar que me refiero única y exclusivamente a la frágil mente humana.

ESENCIA

Antes de continuar formalmente describiendo las formas de realización moral y anti-moral del ser, me parece, para lograr el completo entendimiento del lector, necesario para esta tarea dar la significación de la esencia como factor primero y distintivo del ser humano. Entendamos a la esencia como esa característica primigenia de todo ser; define formal y unívocamente la identificación universal. Entendida de esta manera, podernos presumir a la esencia como el único concepto metafísico capaz de ser, de concretizar, individualizar; capaz de crear y develar. Así, acercando este término a bocas platónicas, la esencia es inmutable, inalterable, podría decirse que hasta cierto punto de vista, modificado por deformaciones y concepciones teológicas, es algo “divino”. Ahora, tenemos un ideal similar a una de las partes que nos muestran Sócrates y Platón, pero caeríamos en un error al divinizar, ahora, en un sentido trascendental humano, la idea de esencia; esto quiere decir que, por ningún motivo, bajo ninguna circunstancia, y no se puede llegar a un conocimiento a posteriori por algún método alternativo físico, se deberá suponer a la esencia como eterna e imperecedera. Aquí no se presentan los fenómenos que dan lugar, cuando se da una separación  de conceptos, a la permanencia indefinida de alguno de ellos, en este caso, la esencia.

viernes, 15 de octubre de 2010

Con la ridícula creación de ciertos sistemas sociales y espirituales, tales como las constituciones o la religión (refiérome propiamente a la religión cristiano-católica) esta naturaleza de existencia se verá cada vez más hundida en los desperdicios de dichos sistemas. Con estas creaciones o “novedades” históricas, entre otras, surge de manera espléndida e impositiva la noción o concepción moralista ideal de la sociedad, sociedad cual está formada por individuos, que éstos a su vez su erróneamente llamados “seres humanos”. La esencia humana, por el mismo hecho de ser una esencia y además la naturalidad, no se pierde, ni se perderá nunca. El catastrófico fenómeno que le acontece es más bien su ocultamiento o su irracional negación, la cual se vierte de la noción del anti-humano, aclaremos de manera conciente y definitiva, de las normas moralistas que son impuestas por los sistemas antes mencionados. Así que, todo lo que es tendrá una esencia, la cual le dará una identidad y una individuación únicas. Si a esta esencia se le intenta transformar y se logra al grado en el que el ser se convence profundamente de que esa modificación es lo que realmente lo identifica como parte de una especia y además de que ese debería o es el verdadero camino que se debe seguir para lógicamente ser ese ser original, se cubre la esencia natural o verdaderamente verdadera. Por lo tanto estamos hablando de dos seres distintos.
Se da de forma absolutamente sencilla ese alimento al ego de cada individuo, ego que, como me referí anteriormente, la mayoría de las veces, está cubierto por una máscara moral; desde meros elementos físicos como un simple “gracias por tu ayuda” o un “gracias por el consejo”, un agradecimiento general, hasta el reconocimiento material que en la mayor parte de las ocasiones es el esperado; incluimos también los elementos  metafísicos o abstractos que se generan al concebir, de manera individual, una suposición de idea o juicio ajeno en reciprocidad con la acción cometida que derivará en ese pensamiento. Esta es una forma general de exponer verdaderamente cuales son las causas o razones que motivan a ejercer cualquier tipo de acción, sea de origen voluntario o involuntario, sin embargo, me atreveré a ahondar más en términos: para cada individuo, se el más santo o el más profano de toda la raza humana, su preocupación o inquietud absoluta, ya no llamarla primordial, es sobrevivir. Estaremos de acuerdo en la afirmación que cita: “el hombre es, por necesidad, un ser absolutamente social.”, pues claro tenemos que ningún ser humano, dentro de un juicio racional y subsistente, concebirá la idea de, durante toda su vida, no tener algún tipo de contacto con el mundo de los hombres. Por lo tanto,  para poder sobrevivir, el hombre necesita de otro hombre. He aquí el oasis en medio del desierto: “necesita de otro hombre”. Una necesidad se deseará llenar, satisfacer y procurarse, de manera inminente, a corto o largo plazo, necesidad cual apoyará la subsistencia del ser. Ahora, volviendo a puntos anteriores, acordamos que el ser humano, en sui forma más primigenia y natural, es o está al nivel de cualquier otro mamífero que pueble la Tierra; para poder atender a las necesidades antes mencionadas, las cuales surgen del instinto de supervivencia de cada ser, el humano tendrá que individualizarse, es decir, ser animal, o transmutarse a su forma más natural para logra dicho objetivo. Esto indica el deber seguirse un paradigma natural, que dará a luz actitudes y acciones propias del ser egoísta, del ser humano.

viernes, 1 de octubre de 2010

Entendamos a la moralidad como todo el conjunto de normas que se transmiten de manera “hereditaria”, las cuales, buscan una estabilidad o un equilibrio en las relaciones que tienen los sujetos sociales entre ellos mismos. Estas normas carecen de flexibilidad a la hora de considerarse su supuesta aplicación en la vida real, es decir, sostienen un carácter de obligatoriedad en lo que a su práctica se refiere.
Entiéndase que el presente texto intentará encontrar una existente relación entre la práctica de la moralidad y las capacidades individualistas de cada ser humano, haciendo mención de ciertas virtudes “antiéticas” y consideradas dañinas en el terreno de la moral.
En orden prioritario para cada ser humano, o al menos los que, inconciente o concientemente intentan serlo, será siempre su conservación individualista y egocéntrica la cual, a su vez, está oculta bajo una espesa capa de justificaciones o supuestas razones derivadas del ideal comportamiento que la moral propone. Normalmente, casi ningún sujeto cae en la cuenta de que toda acción que realizan y que tiene repercusiones de cualquier índole o magnitud en otro u otros sujetos, es un mero reflejo de esas ansias, justificablemente aceptadas, que tienen con respecto a ese mantenimiento de la reputación que tienen, ya sea, en algunos casos, primaria, y en otros secundaria. Cabe aclarar, que este tipo de personas a las que gusto de referirme como semi-humanos o humanoides, pues adolecen de la inteligencia suficiente como para poder crear sus acciones con base en rasgos egoístas; no darse cuenta de la realidad, y si lo hacen, no niegan esta misma, que, a fin de cuentas, esta negación constituye otro enriquecimiento para lograr un crecimiento individualista, aunque este mismo sea negado por la persona colocada en el mejor rango de moralidad.

lunes, 27 de septiembre de 2010





¿Qué es lo anti-humano?
            Se infiere pues, que el concepto “anti-humano” reúne y califica todo aquello que va en contra, en este sentido, del razonamiento psicológico, el cuál a su vez se ve reflejado en el comportamiento y en las acciones concretas realizadas por cada individuo. Es decir, lo que no es propio de la naturaleza humana será lo anti-humano.
            Partiendo del punto de la historicidad que compone al ser humano, esto lo pone en un mismo nivel que al animal, que a la bestia. Eh aquí la primera noción, o mejor dicho, la primer idea acerca de los conceptos que componen a la naturaleza de los seres humanos. El hombre inició su existencia solo, valiéndose por sí mismo, lo cual indica el desarrollo que éste tuvo de las virtudes individualistas que se expondrán a lo largo del texto. La finalidad de cualquier especie es sobrevivir, así que, aquí se presenta una dualidad irónica con respecto a la afirmación “el hombre es, por necesidad, un ser absolutamente social.”, es decir, necesita de otros seres, incluyendo a los de su misma especia, para poder subsistir. Esta necesidad de ser social se ve involucrada de manera inminente en la época prehistórica pues el humano es considerado como una especie “débil” y sin protección ante un entorno hostil, peligroso y por ende mortal, que fácilmente pone en riesgo su supervivencia. La salvación de este mismo se define a partir de que descubre su capacidad o virtud de ser un ser racional, capaz de juicio, crear metodologías y técnicas de supervivencia, pero, esta misma virtud se supo aplicar en el campo de lo humano; para favorecer la naturaleza humana logrando un enriquecimiento individual y egocéntrico. Es aquí donde adquieren validez los términos antes usados “dualidad irónica”, pues el ser A necesita del B y viceversa, para lograr ese mantenimiento frágil de la vida, pero sin tener la conciencia o noción de que puede, y en realidad, que la mera finalidad de ésta es el aprovechamiento por conveniencia que desemboca en un crecimiento individualista; la aparición del concepto de moralidad.
            Así pues, se exponen de manera concreta los componentes básicos de la naturaleza humana, los verdaderos principios que rigen el inicio de la eterna lucha entre el mundo de los instintos contra las cadenas opresoras de la moral y ese pavor que se tiene al saberse como un ser antiético.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Principales nociones a analizar

Ética: La ética es una disciplina filosófica, viene del griego ethos, y se ocupa del estudio del comportamiento moral social del hombre. Estrictamente, la palabra griega ethos quiere decir costumbre, así que, podríamos también definir a la ética como una ciencia de las costumbres. Ésta se encarga de estudiar la bondad o maldad de los actos humanos de una manera objetiva.
                Entiéndase a la ética pues, como la capacidad que permite al hombre valorar las normas que le son impuestas de manera hereditaria por parte de la sociedad, es decir, la moral. Así que, nos da la capacidad de aceptar o tomar aquellas normas morales de acuerdo a nuestra conveniencia o necesidades, partiendo y sin dejar de considerar al mal o lo mal, y al bien o lo bueno.

La ética propuesta en estos documentos:
                Para poder llegar a la realización central del tema, encuentro necesario definir la postura que manejaré con respecto a la ética: Aceptar y saber diferenciar los actos bondadosos de los maliciosos, pero con un enfoque individual, es decir, tomar como punto de partida para lograr estas consideraciones al ser personal o al “yo”. Basándonos en lo que nos conviene o nos disconviene de los actos que realicemos sin tomar en consideración la virtud de la empatía que, en la mayoría de las personas, es evidente en cada aspecto de su vida. Perder ese “miedo” que se genera al saberse como autor de algún acto antiético, pues si éste es o tiene un sentido favorable individualista, entonces no deberá considerarse “maligno”, pues el único juicio que debe tener voz en nosotros es el propio. Así pues, el ser humano no nace con la empatía, se le marca con ella, y esta marca la da precisamente la moral o lo anti-humano.
                Así que, las nociones de bien y mal deberán aplicarse y saberse como lo conveniente e inconveniente para el ser egoísta (ser humano), sin tomar en consideración cualquier otro aspecto externo.
                La inteligencia con que debe manejarse este término y más que nada, la inteligencia con que debe aplicarse en la vida, se expondrá posteriormente.

jueves, 2 de septiembre de 2010

SER Humano

            
Introducción
             El tema central que tratarán estos escritos, intentará responder a una interrogante que, es de suponerse, cualquier individuo se ha hecho o, alguna vez, ha sentido curiosidad por ésta: en realidad, ¿Qué significa el ser humano?, es decir, ¿Qué características deben comprender a un hombre para que pueda considerarse un humano? La información que considero necesaria para poder responder a esta pregunta, será presentada de manera cronológica, es decir, partiendo del plano prehistórico de la naturaleza humana y siguiendo con la evolución de esta misma a través de las etapas más significativas de la historia del hombre, haciendo énfasis, principalmente, en los campos de la ética, la moral y la psique humana.
                Es posible que esto pueda interpretarse, o mejor dicho, mal interpretarse, como una “guía” para poder llegar a ser merecedor de un lugar dentro del término “raza humana”, pero, cabe destacar, que no es la finalidad de estos escritos; Mi intención con esto, es desvelar la verdad acerca del por qué de las acciones humanas, las cuales están en constate conflicto con la mente, también humana, y de esta forma conocer realmente, o mejor dicho, de forma verdadera, qué es un ser humano, o qué significa serlo.
                Es una oposición a todo hecho moral y un apoyo y consideración a la ética básica individualista de cada persona.
                La postura que se manejará será individualista, o en términos más simples, egoísta; Busco llegar a una estabilidad y bienestar individual, no colectivo, en el que el lector podrá considerar de manera racional las nociones que maneja acerca de lo que es vivir verdaderamente su vida como un ser humano, y, por consiguiente, juzgar toda base moral que le ha sido impuesta de manera, a veces consciente, y, en la mayoría de los casos, inconsciente.
                Una advertencia, que considero necesaria incluir, o mejor dicho, un consejo, es leer estos textos de con un ánimo abierto, o mejor dicho, el lector deberá estar dispuesto a recibir la información de manera directa, fáctica, e igualmente, a intentar comprender ciertos aspectos o afirmaciones que pueden ir en contra de sus creencias religiosas, morales e incluso éticas.