viernes, 15 de octubre de 2010

Con la ridícula creación de ciertos sistemas sociales y espirituales, tales como las constituciones o la religión (refiérome propiamente a la religión cristiano-católica) esta naturaleza de existencia se verá cada vez más hundida en los desperdicios de dichos sistemas. Con estas creaciones o “novedades” históricas, entre otras, surge de manera espléndida e impositiva la noción o concepción moralista ideal de la sociedad, sociedad cual está formada por individuos, que éstos a su vez su erróneamente llamados “seres humanos”. La esencia humana, por el mismo hecho de ser una esencia y además la naturalidad, no se pierde, ni se perderá nunca. El catastrófico fenómeno que le acontece es más bien su ocultamiento o su irracional negación, la cual se vierte de la noción del anti-humano, aclaremos de manera conciente y definitiva, de las normas moralistas que son impuestas por los sistemas antes mencionados. Así que, todo lo que es tendrá una esencia, la cual le dará una identidad y una individuación únicas. Si a esta esencia se le intenta transformar y se logra al grado en el que el ser se convence profundamente de que esa modificación es lo que realmente lo identifica como parte de una especia y además de que ese debería o es el verdadero camino que se debe seguir para lógicamente ser ese ser original, se cubre la esencia natural o verdaderamente verdadera. Por lo tanto estamos hablando de dos seres distintos.

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